Anestesia es una palabra que procede del griego, y cuyo significado es ‘insensibilidad’. Se trata de un acto médico controlado por un especialista médico, en el que se administran medicamentos para bloquear la sensibilidad táctil y dolorosa de un paciente, sea en todo o parte de su cuerpo.
Se trata de un procedimiento fundamental sin el que la medicina actual no tendría ningún sentido. La anestesia es necesaria para operar y para realizar determinados procedimientos o pruebas complementarias dolorosas. De hecho, la cirugía sin anestesia es prácticamente imposible, incluso para los amantes del dolor. Antiguamente, terminaba siendo el propio dolor el que, antes o después, robaba la consciencia de los pacientes para terminar con su sufrimiento.
Diferentes tipos de anestesia que se pueden aplicar en niños
1. Anestesia local. Sólo se elimina la sensibilidad dolorosa de una pequeña zona del cuerpo. El niño mantiene la consciencia en todo momento. Es una técnica habitual en odontología (dentista) y en procedimientos menores sobre la piel.
2. Anestesia locorregional. Se elimina la sensibilidad de una región más extensa del cuerpo. Lo más frecuente es que también se mantenga el nivel de consciencia, aunque depende de la zona que se deba anestesiar. Este tipo de anestesia puede ser:
a. Troncular. Afecta a la sensibilidad de un nervio determinado o plexo nervioso.
b. Neuroaxial. Bloquea la señal dolorosa a nivel de la médula espinal. El medicamento anestésico se puede administrar en las proximidades de la médula (conocida como anestesia epidural, propia de los partos) o dentro de la propia médula (conocida como anestesia intradural o raquídea).
3. Anestesia general. Se induce un estado de inconsciencia transitoria mediante la administración controlada de medicamentos por vía intravenosa, por vía inhalatoria o ambas (anestesia balanceada). Estos fármacos deben ser:
a. Analgésicos mayores. Evidentemente, el objetivo es eliminar el dolor. Se suelen utilizar opioides naturales como la morfina, o sintéticos como el fentanilo.
b. Hipnóticos. Para inducir el sueño y reducir la ansiedad. Además suelen producir cierto grado de amnesia, con lo que no recordaríamos los instantes previos o posteriores a la anestesia.
c. Moduladores del sistema nervioso autónomo. Es decir, protección ante reacciones normales del organismo causadas por el dolor, como por ejemplo la sudoración, alteraciones de la tensión arterial o aumento de la frecuencia cardíaca.
d. Relajantes musculares. Para conseguir la inmovilidad del paciente, reducir la resistencia de las cavidades abiertas por la cirugía y permitir la ventilación mecánica artificial mediante aparatos respiradores que aseguran la oxigenación y la administración de anestésicos inhalatorios.
Comentarios recientes