No le ha subido la fiebre pero estornuda con frecuencia, tiene mocos acuosos, los ojos irritados y le pica la nariz. Es probable que tu hijo sufra una alergia respiratoria.

En función de su intensidad, podemos hablar de tres cuadros diferentes de alergia respiratoria: la rinitis alérgica, la tos espasmódica y el asma bronquial. Los síntomas de cada uno de ellos resultan fácilmente identificables.

LA RINITIS

Provoca estornudos, mocos claros, congestión nasal y picor de nariz. “Larinitis alérgica pica siempre. Un lactante con mocos, que estornuda y no se rasca la nariz, probablemente tenga un resfriado”, indica el alergólogo.

LA TOS ESPASMÓDICA

Se trata del primer paso al asma. Al pequeño se le cierran los bronquios y presenta tos seca, pero no llega a ahogarse.

EL ASMA

Este cuadro afecta casi al 10% de la población y es la más complicada de las alergias respiratorias: el niño que la padece tiene tos, se ahoga, jadea y respira con silbidos.

“Cuanto más grave es el asma, más síntomas hay en reposo. Cuanto más leve, más se nota al realizar ejercicios físicos”, explica el doctor Marcel Ibero.

Una vez en contacto con el alergeno, todo se desencadena casi de forma inmediata: en menos de media hora arrancan los síntomas. “Cuando se trata de una alergia producida por ácaros del polvo, lo más normal es que se manifieste por la noche.

En cambio, cuando viene provocada por el polen, los síntomas suelen notarse más a media tarde o a primera hora de la noche”, aclara el especialista.

Si se trata de una rinitis o un ataque de asma puros (es decir, sin complicaciones añadidas), bastan un par de días, una vez iniciado el tratamiento, para que los síntomas desaparezcan.

Si, en cambio, se produce una infección respiratoria adicional, el proceso se puede alargar una semana o más.